Todo lo puedo en aquel que me conforta. Ninguna traición, infidelidad, frialdad ni burla apague tu fuego. Por el contrario, todo: por Él, con Él y en Él. Todos los pueblos, razas, naciones y lenguas, alaben al Señor nuestro Dios. ¡Ay de mí, Señor, si no te doy a conocer a los hombres!

Mientras haya sobre la tierra un único hombre que no conozca a Dios, y no le ame sobre todas las cosas, no puedes permitirte un solo instante de descanso. Mientras Dios no sea glorificado en todas partes, no puedes descansar ni un solo momento. Mientras no sea alabada en todas partes la Reina del Cielo y de la tierra, no puedes descansar un sólo instante. Ningún sacrificio, ninguna cruz, ningún sufrimiento, ningún abandono ni tribulación, ningún ataque, ¡completamente nada! Sea para ti demasiado difícil, con la gracia de Dios.

La luz apostólica es: la afición por la humildad, la paciencia y las buenas obras para la conversión de las almas.

El objetivo de esta Sociedad es observar la oración que Nuestro Señor Jesucristo dirigió al Padre antes de su Pasión: Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo.

La oración es el arma poderosa, que triunfa; es la escalera y la puerta del paraíso; es la moneda, acuñada por Dios mismo, con la que se compra con certeza la alegría eterna de la Jerusalén celestial

Mi confianza en Dios y la Providencia divina, son comparables a los dos platillos de una balanza. Cuanto más peso se pone en uno, tanto más sube el otro

Trabaja y haz el bien con infinita confianza en Dios y haz siempre lo que consideres mejor y más útil; sigue tranquilamente adelante confiando en el señor, teniendo únicamente en mente la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Sé autentico apóstol de Jesucristo y no descanses hasta que hayas llevado la palabra del Señor a todos los extremos de la tierra. ¡Sé un verdadero pregonero del Altísimo!

Las obras de Dios sólo prosperan a la sombra de la Cruz.

Procura mantener en lo posible un corazón contento y alegre; concretamente, sé amable, simpático, etc. para con los demás por amor a Dios y evita toda melancolía y tristeza nocivas.

No te desanimes en tu empresa, aunque encuentres dificultades y persecuciones, sospechas, insultos, burla y toda clase de sufrimientos; vive únicamente en estrecha unión con Dios y contempla a menudo los ejemplos de los santos, confía en Dios y dale gloria sólo a él; aún has merecido mayor persecución.

Jamás olvides de mantener y cuidar en todo momento una devoción filial a María; que ella sea tu intercesora en todas las cosas. ¡Oh María, tómate y acéptame a mí, indigno siervo, por la eternidad.

No hablaré de los defectos de otros, sean cohermanos o de otras naciones, ni tampoco pensaré en ello; pensaré más bien en sus virtudes y cualidades y en las imperfecciones mías.

Ama cada vez más a la Santa Iglesia Católica y no escatimes esfuerzos ni sufrimientos para esta amada Madre.

Cuantas veces emprendas una obra importante, que te parece útil y buena, examínalo bien a ser posible, ante de dedicarle todo tu afán, recogiéndote y dialogando con Dios durante algunas horas.

Que San Pablo Apóstol sea para ti el modelo y el patrón a quien imites al máximo.

¡En tu situación, presta más atención en hacer todo bien y muchas cosas bien, que en preocuparte por las faltas cometidas!

¡Emplea todas tus fuerzas para que, con la gracia de Dios pueda trabajar mucho por su Gloria, para tu salvación y la del prójimo!

¿De qué te sirven todas las ciencias si no las puedes emplear para el fin supremo, sino que estás ahí como una biblioteca cerrada con llave?

Lleva a cabo de verdad tus obras de amor al prójimo con abnegación y sacrificio.

No te canses, caminante, ni te desanimes, pues el Altísimo te dará valor y te protegerá en el difícil y peligroso viaje hacia el paraíso eterno.

La verdadera humildad es la llave con la que puedes abrir los tesoros celestiales de la gracia.

Cuando te veas envuelto en grises nubarrones y la fría escarcha caiga sobre tu corazón, ¡déjate caer pacientemente en los brazos de tu Salvador!

Dirige tu mirada a lo alto, donde tus amigos eternos te señalan continuamente la patria celestial.